Desde antes de nacer somos esencia pura
a medida que avanzamos por la vida, nos vamos
cubriendo de capas protectoras, mostrando un rostro
que a todos agrade, satisfaga, por temor al rechazo.
Interactuamos con distintas personas y sus personalidades
ante algunas de ellas nos mostramos a medias, hasta asegurarnos que nada
nos hará daño.
Hasta que un día, sentimos que tenemos sentimientos hacia alguien, y nos
descubrimos, encontrando que hay algo más adentro
de ésa capa protectora….sensibilidad, fe, sinceridad, y nos preocupamos
en
que nos vean tal como somos, aunque
corremos riesgos, es cierto, y nos volvemos vulnerables, allí donde
nadie cabe, más que dos.
Si hemos aprendido a hurgar en el plano espiritual, sabemos que somos
esencia, por encima de todo….y conocemos el amor, el verdadero amor, con sus
coincidencias y diferencias, ya despojados de todo, sabemos que no nos hará
daño, nos embarcamos en una misma aventura la de amar….cuando el amor es
auténtico, no hay condiciones ni preconceptos, solo basta con abrir el corazón
dejarlo expuesto…aunque no entiende de razones el amor auténtico nos
proporciona alegrías, y damos alegrías, sosteniéndose mutuamente, en una
entrega permanente, que va más allá de la comprensión, y mucho más, cuando el
amor de dos, se encuentra en la edad de la plena madurez, con las mismas
necesidades y deseos, que acontecen en la juventud….esto es amor incondicional,
quizás difícil de explicar, pero no tan complicado de aplicar.
Autora Beatriz Favre
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