Si buscas a tientas en la noche poblada de mil
estrellas, y luceros, detente un instante en tu cielo, y me verás allí, junto a
ti, en nuestro desvelo. Trataré de alcanzarte, con mis pensamientos, aunque
a lo lejos, mis manos no te alcancen, sentirás en la brisa nocturnal, que te
acaricio, dulcemente con la yema de mis dedos. Sacaremos fortalezas, de
nuestras horas juntos, para sobrellevar estoica, ésta distancia, entre alboradas de fin de semana, que
inevitablemente hace que te extrañe Y no puedo prometerte, no hacerlo, y
no puedes prometerme….Lo aceptamos en silencio, es un desafió que nos impone la
vida, eso, nos ha fortalecido, y aumentado el deseo de acortar ésta distancia,
y perdernos en un abrazo, contemplando juntos el mismo cielo. Allí, donde ése
techo de estrellas es nuestro, donde se escribieron nuestros sueños. Esas
noches solitarias, están llenas de recuerdos. Habrá un nuevo amanecer, que en
tus brazos me abrigarás, y cuando la tarde se apague en el horizonte, e intente
la noche filtrarse en la ventana, juntos esperaremos ese momento, sintiendo el
placer de tenernos. Me dormiré en tus brazos, acariciarás dulcemente mis
cabellos, murmurando un “te quiero”, te quedarás conmigo, tejiendo en mi piel
las caricias que nos hemos prohibido, por tanto tiempo. El simple roce de tu
cuerpo, hará que olvidemos el tiempo de lejanía, enfrentando juntos un nuevo
camino, inundados de amor, perpetuándolo a futuro, será para siempre, tu amor y
el mío juntos, el más bello refugio. Me llevarás donde tu vayas, sabe Dios, que
después de ti, no me importa nada. Tu alma pidió asilo en la mía, y allí quedó
guardada, mientras haya vida, no temas amor mío, ya nada, nunca, nadie, podrá
separarnos, no detendremos la marcha de este destino que así lo quiso, estar a
tu lado donde tú vayas.
Autora Beatriz Favre
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